jueves, 9 de febrero de 2012

Sujeto



Actuar marginal ante la camisa de fuerza que rodea mi toráx. 
Calla, sin rostro, sin sombra, con aquellas palabras que condenaron tus labios. 
Sencilla y rota, perforación turbia, seda y lino, fango y tierra. 
Cuando al pisar tus huesos, el crujir ahorra gemidos rosas. 
Pétalos adaptados a la piel de un gusano, pegados, tensos y olvidados. 
Cadenas plata y codos de papel que se arrastran siguiendo el rastro de una cerilla. 
Piedras celeste, semillas de carne enterradas en el lomo de un aparato eléctrico. 
Viento desdichado a la penumbra de un tobillo danzante que acaricia los restos putrefactos de un águila calva. 
Los niños del parque señalan un burdel, te acomodan las visceras y tarareas lo que te dijeron al oido. 
Pasaste inadvertido, maquillado e inconsciente, testarudas las expresiones abarcadas por el caminar sobre agua verde. 
Cantos acribillados en una faena matutina, dedos congelados, espaldas erguidas. 
Rocío carmesí que ansían los poetas, acongojado y espeso, te recibirán entre brazos las mujercillas dopadas con álgodon ardiente. 
Enfermera sútil que calma mi garganta seca, permita que este hombre huela su vergüenza. 
Secaré los ojos con un paño sucio y tomaré sus jugos escurridizos. 
Terminaré cada trozo de recuerdo con un cuchillo entre lazado y a la espera de una píldora, mi voz tenue sumergida se ahoga cálidamente con cada tic del reloj.

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