viernes, 1 de febrero de 2013

Parásito. (Experimento)

I. La mujer con piernas de mosquito.

Mañana, mañana fría y con pretenciones de no aclarar. Tal vez es Abril, pero se ve como Mayo, quizás sea Mayo, si preguntan, en esta inmunda mañana, Mayo y Abril tienen más ansias que Octubre.
Titilan unos pies al borde de la camilla, abren y cierran dedos, la planta amarilla y blanca, hace cosquillas si el aire acondicionado roza y pequeños ácaros inundan con su imperceptible danza los hombros desnudos de ella.
Es un día como varios días y se acostumbra a verse como tal. Se lloran muertes de personas felices  y se celebran hipócritamente los años añadidos a la cuenta de cientos de existencias miserables, uno por uno, con encias y humor ácido, chirridos de carcajadas molestas y en el centro está usted, preguntándose si alguien habrá notado la mancha de café en su pantalón.
De pronto los pies tocan suelo, con andar liviano y seco, se acercan a encender un televisor colgante, no de una soga, pero igual se asfixia, (Cómo si se pudiera respirar algo menos denso que la peste matutina).
Describir un vientre plano le produce comezón de orejas a la mayoría de los hombres, más si una lengua es testigo de la forma tallada sobre piel y huesos, pero esta mujer, parece un trozo de queso partido a la mitad, si sus dedos palpan, podría sentir una textura helada y casi profunda, de no ser por la exageración del tacto, lograría penetrar e incluso rasgarle el ombligo hasta la espalda.
Usted se arregla algunas veces para producir agrado en las retinas de calles y estaciones que observan todo como una pasarela caníbal, cultivando la tentación de la vanidad negada y expuesta, que juega a ser dueña de lo bello, cuándo belleza y repugnancia ya son semejantes.
Si,si,si, esta mujer sobrepasaba ese límite, tenía vellos en la espalda, gruesísimos, negrísimos y nuevísimos, como las ojeras moradas y su andar ya torpe. Entre esos muslos podría pasar perfectamente una manzana, ya que sus piernas, un tanto suspendidas, gozaban de una separación de bienes y servicios. Ni hablar de sus pechos, dos senitos colgantes con similitud a un pobre durazno triste en una mañana de Mayo, o Abril, pero no Octubre.
Usted traga entero, hasta lo que no debería, es cuidadoso de no producir malos olores (en realidad ante estar imposibilitado, ya que es un ser orgánico, solo los oculta) y de hablar a manera de parecer interesante,  es un buen ejemplo y aunque mal educado, tiene la ventaja de quedar siempre bien.
Esta mujer se atora con respirar, se orina y convive con el olor de sus axilas, la transpiración le recorre las rodillas y pestañas. Esta mujer no habla y escupe a quién se le acerca, no es bien reconocida y todos prefieren darle una mirada despreciable de compasión.
De pronto es todo verde y la enfermera va por una cubeta, la mujer se lanza al piso rompiendo en llanto, el médico se acerca a presenciar la escena, pero voltea perturbado al ver el torso inferior desnudo y sin aseo, descontrolado, suena un pitido y acuden dos camilleros, la mujer no reacciona y pinta a un color gris hediondo, como ceniza de cigarro.
Usted va a visitar a su hermana al hospital por solo unos cuántos meses, lleva una gorra y lentes para que no le distingan, para usted es ridículo que alguien con tanta clase deba ser sumiso ante el vínculo sanguíneo y esbozar un falso afecto, por aquel sujeto. Es como un mosquito, adherido a su vida, exageradamente molesto, pidiendo atención con un zumbido que se ahoga antes de llegar a otros oídos.
¿Sabe usted cómo termina la historia  de la mujer?
Se dice que alguna vez, en algún hospital, de alguna época contemporánea a la nada, llegó una hermosa pianista que decaída por su apariencia se arrancó los cabellos y nunca volvió a tragar, más que la bruma de sus notas sin tocar en los sueños oprimidos por sus bellas, no tan bellas, piernas de mosquito.












1 comentario:

  1. http://brayam.overblog.com/mira-a-tu-alrededor-estas-sola-en-una-blanca

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